Una compañía que levantó una inversión millonaria.

CarJump es una startup que ofrece diferente servicios de alquiler rápido de coches. Estos servicios, en Alemania, se presentan de dos maneras: 1) aquellos que alquilas un coche de un punto A a un punto B; 2) aquellos que alquilas un coche de un punto A y debes devolverlo a ese mismo punto. En ambos casos, pagas por minuto de uso.

En Berlín existen decenas de estos servicios. Del primero podemos ver a DriveNow (Mini/BMW), Car2Go (Smart/Mercedes), Multicity (Citroën), etc. Del segundo: CiteeCar (Kia), Tamyca (Opel), CarUnity (varios), etc. Por lo que una plataforma donde el usuario pueda hacer uso de todos estos proveedores sin cambiar de aplicación, parece ser una idea interesante.

CarJump fue fundada hace unos años con la idea de colocarse en esta parcela de mercado. Al poco de ser fundada, fue comprada y cerrada (despidiendo a toda la plantilla) a la espera de que el mercado fuera más propicio. Se relanzó en mayo de 2015 con unas cuentas saneadas y dos nuevos CEO de confianza con conocimientos del mercado. Se retomó lo que se hizo años atrás, construyendo un equipo desde cero, y se volvió a colocar en el mercado.

En septiembre de 2015 comencé a trabajar como freelancer para CarJump. Yo venía de diseñar un software de participación ciudadana para Liquid Democracy y Partou eV, y veía con buenos ojos, dedicar un tiempo para mí mismo compaginándolo con el trabajo que me ofrecían (3 días a la semana). Además, CarJump acababa de nacer, era un producto joven que me daba la posibilidad de aplicar y asentar cosas aprendidas, y realmente moldear y desarrollar un producto según mi criterio. No dudé y comencé a trabajar con ellos.

Cuando llegué a Building10, la incubadora de empresas donde CarJump estaba ubicada, sólo una diseñadora trabajaba en el equipo. Ina Arnaudova, diseñadora UX, se había unido unos meses atrás al equipo. Ella me presentó lo que se estaba haciendo, qué retos habían que cumplir, a qué público teníamos que tocar y a qué competidores ganar. Todo perfecto. El problema comenzó al abrir los primeros archivos. Todos los archivos habían sido heredados de unos diseñadores que trabajaron hacía años en una primera versión de la app. Todos ellos producidos en Photoshop. Ninguno preparado para los teléfonos más nuevos y muchos archivos originales se habían perdido en el trayecto. El diseño era oscuro, apagado y frío. El logo no transmitía aquello que los nuevos dirigentes querían. El UX/UI de la app era desastroso. Teníamos mucho trabajo por delante.

Captura de la antigua imagen corporativa e imagen de la interfaz tras semanas limpiándola.

Las primeras semanas como CarJumper las dediqué a limpiar y mejorar la experiencia de usuario junto a Ina. A base de workshops y testear las nuevas ideas con compañeros en la incubadora, supimos qué camino tomar en cuanto a la implementación de nuevas utilidades, funcionalidades y de cómo el usuario respondía a ellas. Pese a que los resultados eran positivos, no estábamos contentos del todo. La interfaz debía ser cambiada.

Para cambiar la interfaz, hacía falta cambiar el lenguaje visual de la compañía. De otro modo, había que encarar un rediseño corporativo. Ina no tenía mucha experiencia en este aspecto, y aunque yo tampoco soy un experto, me encargué de la tarea.

¿Cómo encarar un rediseño de marca para una compañía que desconoce sus inicios?

Esa es la pregunta inevitable. Para poder saber la visión de los nuevos directores de la empresa y sus empleados me ayudé de un ejercicio llamado Descriptor Contest. Uno por el cual, de entre un número limitado de cartas con adjetivos muy definidos escritos en cada una de ellas, se hace a una persona escoger entre dos cartas qué adjetivo se acerca más a su idea del producto, tras X rondas, consigues saber cómo la gente visualiza un producto. Además, por medio del uso de Brand Archetypes, se le pudo otorgar al producto una personalidad. Tras esto, fuentes, colores, formas pueden ser escogidas para poder transmitir aquello que la gente visualiza.

Para aquel entonces, un nuevo diseñador se unía a Building10. Alex Demetriades sería el nuevo diseñador in-house de la incubadora y echaría una mano a aquellas nuevas empresas que se unían. Alex se interesó de inmediato en saber cómo estaba llevando el trabajo y, viendo los resultados que estaba obteniendo, decidió ayudarme en la búsqueda de aquel logo que la empresa necesitaba. Fuente y paleta de color ya había sido elegidas, así que nos dedicamos a construir formas y texto que transmitieran lo recogido en procesos anteriores.

Muchas reuniones tuvieron lugar, muchas opciones fueron desechadas y muchas iteraciones fueron encaradas. Tras varios NO, la dirección era clara: querían algo sencillo, sin complicaciones. Que resaltara a un primer vistazo y que encajara en la idea general del producto. Tarea fácil no era.

Dos versiones desechadas que realicé.

Tras semanas de trabajo, de darle a la pluma y de mover curvas bezier sin parar, se dio con la tecla adecuada y una versión final del logo fue aceptado. Aunque el resultado final no contentó al equipo de diseño —creíamos que versiones mejores habían sido rechazadas—, entendimos que el icono no era más que un simple reclamo y que la interfaz debía ser aquel lugar dónde el rediseño se haría notable.

Una vez tuvimos logo, fue el momento de terminar de desarrollar el UX y aplicar todo ello a la interfaz. Numerosos workshops tuvieron lugar y la appse rediseño de una manera rápida y sin mayores problemas. Para poder ayudar a ello, desarrollé una guía de estilo que, además de usarse en ese momento para construir la interfaz siguiendo un comportamiento común de fuentes, colores e interacciones, también ayudaría en un futuro a no perder el camino recorrido.

Captura del ‘workshop’ dedicado a Costumer Journey.

Entre enero y febrero, una nueva diseñadora junior, Rachel Nelson, se unía al equipo. Entre los 4 diseñadores conseguimos terminar el trabajo en un par de semanas. Se implementó el diseño y la nueva app fue adoptado por los usuarios de manera inmejorable. La empresa levantaba mientras tanto una inversión millonaria que les ayudaría a consolidar las cuentas y expandirse a otros países.

A finales de febrero, viendo que todo estaba funcionando, entendí que mi camino en CarJump había terminado. El suyo acababa de empezar.